El rapto de
doncellas parece ser una afición de los dioses. Los grupos de jóvenes paseando
o juntando flores es algo irresistible para ellos.
Y es así como
se encontraba Europa: junto a sus amigas estaba juntando flores cuando de
pronto se vieron cercadas por una manada de toros. Entre ellos uno sobresalía
del resto, era blanco inmaculado, deslumbrante, de aspecto manso y lucía un
pequeño par de cuernos brillantes. Europa venció el miedo del principio y se
fue acercando poco a poco hasta ofrecerle en el hocico su ramo de flores. El
toro actuó como un cachorro, se revolcó en el césped gimiendo de alegría;
entonces, cuando se puso de pie, Europa se atrevió a montarlo. Eros actuó y
colocó a la doncella sobre Zeus. El toro paseó con Europa en el lomo, se acercó
lentamente a la playa, se acercó al agua. En ese mismo instante se convirtió en
un animal fuerte que se enfrentó a las olas con Europa en su lomo.
Otra versión
nos dice que el toro que se presentó ante la doncella era rubio, con una mancha
blanca en la frente, y que emanaba de su cuerpo un exquisito perfume que
anulaba al de las flores. Se detuvo ante Europa y mansamente comenzó a lamerle
el cuello. La princesa se animó a tocarlo, lo acarició mientras le limpiaba la
abundante baba que salía de la boca del animal. El toro se arrodilló
ofreciéndole la grupa a la doncella. Ella no dudó y, en cuanto lo monta, el
toro se lanza al mar.
Por supuesto,
el toro era Zeus.
Zeus y Europa
arribaron a una isla llamada Creta en donde se unieron debajo de un vasto
plátano. Luego Zeus desapareció. De esta unión nacieron Minos, Sarpedón y
Radamatis.