19
abr
En el
canto IX de la Odisea de Homero, Odiseo narra las fascinantes aventuras que les
sucedieron durante tres años, tras la guerra de Troya, cuando se disponían a
volver a Ítaca.

Polifemo
gritó y gritó hasta que los demás cíclopes le escucharon. Ellos le preguntaron
cuál era la razón de su llanto, y Polifemo dijo: ¡Oh queridos! No es fuerza. “Nadie”
me mata de dolor. Los demás cíclopes pensaron que Zeus le había castigado con
una locura y se fueron de la gruta. Al día siguiente, Polifemo quitó la enorme
roca que había puesto en la entrada para sacar a pastar a su rebaño y Odiseo y
sus compañeros pudieron escapar bajo los animales. Las risas que profería
Ulises, una vez embarcado, enfurecieron aún más al cíclope que les tiró rocas
para hundir el barco, pero sin éxito. No tuvo más remedio que pedir ayuda a su
padre, Poseidón, y el cíclope le pidió que Odiseo no llegara nunca a Ítaca o
que regresase solo y no en su barco. Y así fue, Poseidón lo mantuvo mucho
tiempo fuera de casa.