twitter
rss

El banquete
(Julio Ramón Ribeyro)

Don Fernando Pasamano prepara cuidadosamente los detalles para un gran suceso: un banquete en donde invitará al propio presidente de la República quien es paisano suyo y lejanísmo pariente.  Para ello decidie renovarlo todo lo que había en su casa: tiró algunas paredes, agrandó algunas ventanas y también cambió todas sus vestiduras; se preocupó tanto por la recepción que ordenó que construyeran un jardín hermoso donde antes no había nada. Luego se preocuparon por el banquete, por la comida exquisita aunque no sabían qué servir, así que hicieron una encuesta en los mejores hoteles y restaurantes de la ciudad y luego se envió  traer los potajes desde el extranjero. 


Don Fernando. gasta casi toda su fortuna en los preparativos con algunas dudas comprensibles, pero su esposa le dijo que no importaba, ya que recuperarían el dinero con los beneficios que le reportara la presencia del presidente. Este, aunque, había dicho que le enviaría una respuesta positiva de su asistencia, cierta duda atemorizaba a la pareja. Como último recurso, se hizo que pintaran un retrato grande del supremo mandatario y lo colocaran en lo más alto de la sala; pronto llegó la respuesta con un sí del presidente.

El día esperado había llegado. Los asistentes comenzaron a colmar poco a poco la casa, empezaron las presentaciones, las charlas, los brindis, las efusiones y corillos que se estila en acontecimientos así. Cuando llegó el presidente, don Fernando lo recibió con algarabía y comenzaron a servir el magistral banquete. Se comió y se bebió hasta la saciedad y regalo
Don Fernando que quería hablar con el presidente y  no podía porque la concurrencia no los dejaba solos, empezaba ya a impacientarse, pero hacia la medianoche pudo quedarse un momento a solas y le pidió los favores polñiticos que hacía tiempo deseaba. El presidente le ofreció generosamente la embajada de Roma y muchas otras cosas más para gran satisfacción de ambos. 
Mucho después, casi a la madrugada, al retirarse todos, solo quedaron don Fernando y su mujer contentos con las promesas recibidas.

Al día siguiente despertó con los gritos desaforados de su mujer que llegaba alborotada trayendo el periódico, cuya desgraciada noticia  declaraba un terrible golpe de estado perpetrado en la noche del banquete. El presidente y había sido obligado a renunciar y había partido al extranjero.

2 comments :

  1. si si me gusto mucho grax

  1. El banquete
    (Julio Ramón Ribeyro)

    Don Fernando Pasamano prepara cuidadosamente los detalles para un gran suceso: un banquete en donde invitará al propio presidente de la República quien es paisano suyo y lejanísmo pariente. Para ello decidie renovarlo todo lo que había en su casa: tiró algunas paredes, agrandó algunas ventanas y también cambió todas sus vestiduras; se preocupó tanto por la recepción que ordenó que construyeran un jardín hermoso donde antes no había nada. Luego se preocuparon por el banquete, por la comida exquisita aunque no sabían qué servir, así que hicieron una encuesta en los mejores hoteles y restaurantes de la ciudad y luego se envió traer los potajes desde el extranjero.


    Don Fernando. gasta casi toda su fortuna en los preparativos con algunas dudas comprensibles, pero su esposa le dijo que no importaba, ya que recuperarían el dinero con los beneficios que le reportara la presencia del presidente. Este, aunque, había dicho que le enviaría una respuesta positiva de su asistencia, cierta duda atemorizaba a la pareja. Como último recurso, se hizo que pintaran un retrato grande del supremo mandatario y lo colocaran en lo más alto de la sala; pronto llegó la respuesta con un sí del presidente.

    El día esperado había llegado. Los asistentes comenzaron a colmar poco a poco la casa, empezaron las presentaciones, las charlas, los brindis, las efusiones y corillos que se estila en acontecimientos así. Cuando llegó el presidente, don Fernando lo recibió con algarabía y comenzaron a servir el magistral banquete. Se comió y se bebió hasta la saciedad y regalo
    Don Fernando que quería hablar con el presidente y no podía porque la concurrencia no los dejaba solos, empezaba ya a impacientarse, pero hacia la medianoche pudo quedarse un momento a solas y le pidió los favores polñiticos que hacía tiempo deseaba. El presidente le ofreció generosamente la embajada de Roma y muchas otras cosas más para gran satisfacción de ambos.
    Mucho después, casi a la madrugada, al retirarse todos, solo quedaron don Fernando y su mujer contentos con las promesas recibidas.

    Al día siguiente despertó con los gritos desaforados de su mujer que llegaba alborotada trayendo el periódico, cuya desgraciada noticia declaraba un terrible golpe de estado perpetrado en la noche del banquete. El presidente y había sido obligado a renunciar y había partido al extranjero.

Publicar un comentario