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EL AMOR PEDAGÓGICO

”En buena parte es una suerte de desafecto, de desapego, lo que permite al amor pedagógico tomar su principal dirección: la exigencia. La relación maestro-alumno es efímera; todo profesor sabe en la superficie de su corazón o en el fondo mismo, que no sobrevivirá, que trabaja al mismo tiempo en el presente y el pasado de su alumno. Que no estará allí cuando sea el tiempo de la cosecha. Por eso todo buen maestro, como escribía Whitman, es maestro de atletas. Su triunfo consiste en ser superado, en quedar atrás, contemplando a lo lejos la victoria del discípulo. Se dice a sí mismo, como ha sido escrito: No te resultó a ti del todo como hubiese podido y debido ser. Ayuda a este joven, ser pletórico de esperanzas, para que lo haga mejor. Esto te compensará por lo que vanamente has anhelado.”
Constantino Carvallo







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