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El zorro de arriba y el zorro de abajo
(José María Arguedas)
El zorro de arriba y el zorro de abajo es una novela que se diferencia del resto de la obra arguediana por los temas que trata: testimonio, lenguaje diaspórico, transculturación, globalización, diatriba a los poderes hegemónicos, migración, abuso de la homosexualidad, predominio de la oralidad, etc. Los sub-géneros que se fusionan en está original novela son diversos: discurso, diario personal, relato, drama, ensayo, poesía, canción, etc. Todas estas características revelan que este relato es al mismo tiempo una construcción literaria como también un documento casi histórico de lo que fue la sociedad peruana de la década de los sesentas del siglo XX y la vida del autor.

Desde el introito-discurso, dado con ocasión del premio Inca Garcilaso de la Vega, se revelan ciertos índices de lo que para Arguedas fue prácticamente un proyecto:

“Pero este discurso no estaría completo si no explicara que el ideal que intenté realizar, y que tal parece que alcancé hasta donde es posible, no lo habría logrado si no fuera por dos principios que alentaron mi trabajo desde el comienzo.” (14)

Estos diarios son reveladores sobre la personalidad ambigua, casi bipolar del escritor, que vivió entre “confusión” y “belleza más que deslumbrante” (14); una vida dicotómica que ponía sobre la tela del juicio elementos tan importantes como la ideología y el compromiso político:

“¿Hasta dónde entendí el socialismo? No lo sé bien. Pero no mató en mi lo mágico" (14)

Más adelante, en sus diarios, se vislumbran sus tentativas suicidas, sus lagunas literarias, la literatura como terapia, el arte y el compromiso literario y algunas definiciones de lo que es un escritor profesional o no, respondiendo a una definición de Julio Cortázar:

[...] Y había decidido hablar hoy algo sobre el juicio de Cortázar respecto del escritor profesional. Yo no soy escritor profesional, Juan –refiriéndose a Juan Rulfo— no es escritor profesional, ese García Márquez no es escritor profesional. ¡No es profesión escribir novelas y poesías! O yo, con mi experiencia nacional, que en ciertos resquicios sigue siendo provincial, entiendo provincialmente el sentido de esta palabra oficio como una técnica que se ha aprendido y se ejerce específicamente, orondamente para ganar plata. (25)

Se puede destacar que Arguedas expone una clara defensa a lo que significa la manipulación artificial o mecánica del arte, como afirma Julio Ortega en su ensayo Los Zorros de Arguedas: migraciones y fundaciones de la modernidad andina, ya no solamente por la tecnología, sino también por el sistema mercantil que explota la literatura como un medio de enriquecimiento.
Posición política o no sobre lo que representa la literatura como tal para Arguedas, nos hace pensar de igual manera ¿Cuál es el propósito de la literatura y por antonomasia del escritor? ¿Cuál es el futuro de la literatura? ¿Será emergida en el mundo del espectáculo?
Y como se pregunta Arguedas: ¿no es natural que nos irritemos cuando alguien proclama que la profesionalización del novelista es un signo de progreso, de mayor perfección? (26).

Ya en la novela, lo primero que se puede destacar es el lenguaje; un lenguaje marginal, decadente, revelador, hasta cierto punto diaspórico: el idioma de los pescadores de Chimbote:

-“!Padrazo, padrenuestro!”, me rogabas anoche, mocoseando en el callejón del burdel. Putamadre, maricón Mudo; aquí ti’hago hombre.
-Yo soy hijo de puta, patrón. Tú sabes.

-No güevón. Aquí, carajo, a bordo, todos son putamadres menos el patrón (30)

Otra vez vemos una característica que sobrevuela la obra arguediana: el sexo, la prostitución, los burdeles, el lenguaje de los costeños, que como en El sexto, revela un visceralismo voraz, vivo, a veces escatológico:
-¿No vomitas? Entonces vas derecho a la anchoveta que Braschi, el culemacho, li’ha quitado a los cochos alcatraces (30)
Estas particularidades se comparan con aquellas del estadounidense Maxwell, que pueden ser el de quien ha vivido una experiencia de transculturación: una persona foránea que adquiere el lenguaje local, toca charango y toma chicha.

La crítica a los poderes hegemónicos también está presente en la novela. Como en Todas las sangres, se ve el poder casi absoluto de las grandes corporaciones internacionales –relacionadas con las empresas pesqueras en este caso- y su dominio todopoderoso de estas sobre el pueblo, que, como en todos los casos, son “los de abajo”:
Sólo desde esas alturas se manda, se dispone, se arregla, se pone en vereda a mezcolanzas tan peores que mierda de chancho de barriada, como es esta... país (99).

1 comments :

  1. Me salvaste profe! :3

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